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  • Es una blasfemia separarse de la tierra y mirarla como a un dios. Es más que una blasfemia: es peligroso. Al fin y al cabo, nunca podremos ser dioses, pero podemos convertirnos en algo menos que humanos con una facilidad aterradora.

    N. K. Jemisin (2010). “The Hundred Thousand Kingdoms”, p.52, Hachette UK