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  • Para este hombre tranquilo, poco agraciado, pasivo, que no tiene jardín delante de su piso de protección oficial, los libros son como flores. Le encanta alinearlos en la estantería en hileras multicolores: vigila cada uno de ellos con un anticuado deleite de jardinero, los sostiene como objetos frágiles en sus manos delgadas y exangües.

    Stefan Zweig (2009). “The Post Office Girl”, Sort of