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Un pequeño golpecito en la ventana, como si algún misil hubiera impactado contra ella, seguido de un sonido abundante, que caía, tan ligero, sin embargo, como si una lluvia de arena estuviera siendo rociada desde una ventana superior; entonces la caída se extendió, adquirió un orden, un ritmo, se hizo líquida, ruidosa, tamborileante, musical, innumerable, universal. Era la lluvia