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Y ahora un escalofrío se apoderó de ellos y Harry oyó el aliento áspero de los dementores que patrullaban los árboles exteriores. Ahora no le afectarían. El hecho de su propia supervivencia ardía en su interior, un talismán contra ellos, como si el ciervo de su padre guardase la custodia en su corazón.