Autores:
  • Entonces debes hablar de alguien que no amó sabiamente sino demasiado bien, de alguien no fácilmente celoso sino, siendo forjado, perplejo en extremo; de alguien cuya mano, como la del vil indio, arrojó una perla más rica que toda su tribu; de alguien cuyos ojos subyugados, aunque no acostumbrados al humor que se derrite, derraman lágrimas tan rápido como los árboles árabes su goma medicinal. Anota esto, y di además que una vez en Alepo, donde un turco maligno y con turbante golpeó a un veneciano y traicionó al estado, tomé por la garganta al perro circuncidado y lo golpeé así.

    'Othello' (1602-4) act 5, sc. 2, l. 338