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Tengo una hermana, así que sé que en esa relación todo es equidad: quieres que tu hermano tenga exactamente lo mismo que tú: la misma cantidad de juguetes, el mismo número de albóndigas en tus espaguetis, la misma cuota de amor. Pero ser madre es completamente distinto. Quieres que tu hijo tenga más de lo que tú tuviste. Quieres encender un fuego debajo de ella y verla volar. Es más grande que las palabras.