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  • La tristeza da profundidad. La felicidad da altura. La tristeza da raíces. La felicidad da ramas. La felicidad es como un árbol que sube al cielo, y la tristeza es como las raíces que bajan al vientre de la tierra. Ambos son necesarios, y cuanto más alto llega un árbol, más profundo llega, simultáneamente. Cuanto más grande sea el árbol, más grandes serán sus raíces. De hecho, siempre está en proporción. Ése es su equilibrio.