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Contemplaron tormentas tan distantes que no se oían, los silenciosos relámpagos flameando y la delgada espina negra de la cadena montañosa agitándose y absorbiéndose de nuevo en la oscuridad. Vieron caballos salvajes corriendo por la llanura, golpeando con sus sombras la noche y dejando a la luz de la luna un polvo vaporoso como la mancha pálida de su paso.