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¿De qué sirve vivir si no es para luchar por causas nobles y hacer de este mundo confuso un lugar mejor para los que vivirán en él cuando nosotros ya no estemos? ¿De qué otro modo podemos ponernos en relación armoniosa con las grandes verdades y consuelos de lo infinito y lo eterno? Y confieso mi fe en que marchamos hacia días mejores. La humanidad no será abatida. Seguimos avanzando valientemente por el gran camino y ya detrás de las montañas lejanas está la promesa del sol.