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  • Había diseñado la cara y el cuerpo de mi avatar para que se parecieran, más o menos, a los míos. Mi avatar tenía la nariz un poco más pequeña que yo, y era más alto. Y más delgado. Y más musculoso. Y no tenía acné adolescente. Pero aparte de estos pequeños detalles, éramos más o menos idénticos.

    Ernest Cline (2011). “Ready Player One”, p.28, Random House