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La miseria coloreada por los verdes y azules de la voz de mi madre le quitó toda la pena a las palabras y me dejó la convicción de que el dolor no sólo era soportable, sino dulce.
La miseria coloreada por los verdes y azules de la voz de mi madre le quitó toda la pena a las palabras y me dejó la convicción de que el dolor no sólo era soportable, sino dulce.