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Que se cuente al mundo futuro que, en pleno invierno, cuando sólo la esperanza y la virtud podían sobrevivir, la ciudad y el campo, alarmados por un peligro común, salieron a su encuentro para rechazarlo. No digáis que miles de personas se han marchado, acudid con vuestras decenas de miles; no echéis la carga del día sobre la Providencia, sino "mostrad vuestra fe con vuestras obras", para que Dios os bendiga. No importa dónde viváis, o qué rango de vida tengáis, el mal o la bendición os alcanzará a todos.