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  • Todos construimos diques internos para mantener a raya las tristezas de la vida y las fuerzas a menudo abrumadoras de nuestra mente. Sea cual sea el modo en que lo hagamos -mediante el amor, el trabajo, la familia, la fe, los amigos, la negación, el alcohol, las drogas o la medicación-, construimos estos muros, piedra a piedra, a lo largo de toda una vida. Uno de los problemas más difíciles es construir esas barreras de tal altura y resistencia que nos proporcionen un verdadero puerto, un santuario alejado de la confusión y el dolor paralizantes, pero lo suficientemente bajo y permeable como para permitir la entrada de agua dulce que evite la inevitable inclinación a la salobridad.

    FaceBook post by Kay Redfield Jamison from May 17, 2014