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La guerra es brutal, ingloriosa y un terrible desperdicio... Los únicos factores redentores fueron la increíble valentía de mis camaradas y su devoción mutua. El entrenamiento del Cuerpo de Marines nos enseñó a matar con eficacia y a intentar sobrevivir. Pero también nos enseñó a ser leales entre nosotros y a amarnos. Ese espíritu de cuerpo nos sostenía.