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  • Las plantas crecen más en las horas más oscuras que preceden al amanecer; lo mismo ocurre con las almas humanas. La naturaleza siempre paga por una lucha valiente. A veces paga fortaleciendo el músculo moral, a veces profundizando la comprensión espiritual, a veces ensanchando, suavizando, dulcificando las fibras del carácter, pero siempre paga.