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Ningún hombre está excluido de invocar a Dios, la puerta de la salvación está abierta a todos los hombres: ni hay otra cosa que nos impida entrar, sino sólo nuestra propia incredulidad.
Ningún hombre está excluido de invocar a Dios, la puerta de la salvación está abierta a todos los hombres: ni hay otra cosa que nos impida entrar, sino sólo nuestra propia incredulidad.