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Cultiva la pobreza como una hierba de jardín, como la salvia. No te preocupes mucho por conseguir cosas nuevas, ya sea ropa o amigos. Vuelve a las viejas; vuelve a ellas. Las cosas no cambian; cambiamos nosotros. Vende tu ropa y quédate con tus pensamientos. Dios verá que no quieres la sociedad.