-
Entonces ocurrió algo extraño. Ella se volvió hacia él y le sonrió, y al verla sonreír se le cayeron todos los trapos de la ira y la vanidad herida, como si sus propios estados de ánimo no fueran más que las ondas exteriores de los de ella, como si la emoción ya no surgiera en su pecho a menos que ella considerara oportuno tirar de un omnipotente hilo controlador.