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Supongo que el Espíritu siempre está susurrando "Abba" a los hijos de Dios, asegurándoles que están a salvo bajo su cuidado. Y les está llamando continuamente a convertirse en aquello para lo que Dios les salvó, personas sólidas, indestructiblemente vivas, dolidas quizás, pero consumidas por agradar al Padre.