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Como una extraña aspiradora, intenté consolarlo. Recité las mismas viejas letanías que se dicen a la gente cuando se intenta ayudar a sus corazones rotos, pero las palabras no ayudan en absoluto. Es sólo el sonido de otra voz humana lo que marca la única diferencia. No hay nada que puedas decir que haga feliz a alguien que se siente mal por haber perdido a un ser querido.