-
Tumbada en la cama, medio tapada por las mantas, me preguntaba somnolienta por qué había llamado a mi puerta aquella noche de hacía tanto tiempo. Se había convertido en un ritual para nosotros, como para todos los amantes: dónde, cuándo, por qué... recordar... Tengo entendido que incluso los ancianos ensayan su religión privada de cómo amaron por primera vez, el más guardado de los secretos. Y él contestaba, con el sueño empañando sus palabras: "Porque tuve que hacerlo". La pregunta y la respuesta eran siempre las mismas. ¿Por qué? Porque tenía que hacerlo.