Sé todo lo decente que puedas. No creas sin pruebas. Trata las cosas divinas con marcado respeto: no tengas nada que ver con ellas. No confíes en la humanidad sin seguridad colateral; te jugará alguna mala pasada. Recuerda que a nadie le hace daño ser tratado como un enemigo con derecho a respeto hasta que demuestre ser un amigo digno de afecto. Cultiva el gusto por las verdades desagradables. Y, finalmente, lo más importante de todo, esfuérzate por ver las cosas como son, no como deberían ser.