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Es en la oscuridad por donde pasa Dios. El puente y nuestras vidas tiemblan no porque Dios nos haya abandonado, sino todo lo contrario: Dios está de paso. Dios está en los temblores. La oscuridad es el terreno más sagrado, la gloria que pasa. En lo más negro, Dios está más cerca, trabajando, forjando su voluntad perfecta y recta. Aunque sea negro y no podamos ver y nuestro mundo parezca ir en caída libre y nos sintamos completamente solos, Cristo está más presente para nosotros.