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  • Y así, desde el primer momento, separamos nuestro placer. Ella se tumbó en la alfombra y yo me puse en ángulo recto con ella para que sólo nuestros labios se encontraran. Besar de esta manera es la más extraña de las distracciones. El cuerpo ávido que clama por satisfacción se ve obligado a contentarse con una sola sensación y, al igual que el ciego oye más agudamente y el sordo puede sentir crecer la hierba, así la boca se convierte en el foco del amor y todas las cosas pasan a través de ella y se redefinen. Es una tortura dulce y precisa.