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Ahora, cuando voy al Maratón de Boston, tengo los hombros mojados: las mujeres caen en mis brazos llorando. Lloran de alegría porque correr les ha cambiado la vida. Sienten que pueden hacer cualquier cosa.
Ahora, cuando voy al Maratón de Boston, tengo los hombros mojados: las mujeres caen en mis brazos llorando. Lloran de alegría porque correr les ha cambiado la vida. Sienten que pueden hacer cualquier cosa.