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Fue entonces cuando me di cuenta de que no sabía el nombre de la clase de Elodin. Hojeé el libro hasta que encontré el nombre de Elodin, y luego volví a pasar el dedo por el título de la clase, escrito con tinta fresca y oscura: "Introducción a no ser un imbécil". Suspiré y escribí mi nombre en el espacio en blanco que había debajo.