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Pero espero no tener nunca una vida en la que no esté rodeado de libros, de libros encuadernados en papel y tela y pegamento, cosas tan perecederas para las ideas que han durado miles de años. . . Espero estar siempre amurallado por su peso, su anchura y su volumen torpe, ineficiente y anticuado, espero pasar mis últimos días en esta Tierra ordenándolos y reorganizándolos en tronos de pino, roble y caoba buenos y honestos, porque me gusta mirar sus portadas y soñar con la promesa de las grandes historias de su interior.