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Los dioses habían condenado a Sísifo a hacer rodar incesantemente una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra caería por su propio peso. Pensaron con razón que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y desesperado.
Los dioses habían condenado a Sísifo a hacer rodar incesantemente una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra caería por su propio peso. Pensaron con razón que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y desesperado.