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  • Me habían educado para ser práctica y controlar mis emociones, pero me encantaban los coches. Era una de las pocas herencias que había heredado de mi madre. Era mecánica y algunos de mis mejores recuerdos de la infancia eran cuando trabajaba con ella en el garaje.

    Richelle Mead (2011). “Bloodlines”, p.30, Penguin