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  • La soledad no existe en ningún plano de conciencia. Generalmente es un latido bajo, apenas audible, como el zumbido del motor de un Mercedes aparcado, pero de vez en cuando las exigencias de la autopista exigen una ráfaga de aceleración, y el zumbido se convierte en un rugido atronador y elemental, y una vez más te recuerda lo que este bebé lleva bajo el capó.