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Si la inteligencia fuera un televisor, sería uno de los primeros modelos en blanco y negro con mala recepción, de modo que gran parte de la imagen era gris y las figuras de la pantalla níveas e indistintas. Se podría jugar con los mandos todo lo que se quisiera, pero a menos que se tuviera cuidado, lo que se vería a menudo dependería más de lo que se esperaba ver que de lo que realmente había.