Autores:
  • El petirrojo voló desde su mata de hiedra hasta lo alto del muro, abrió el pico y entonó un sonoro y encantador trino, simplemente para presumir. No hay nada en el mundo tan adorablemente bonito como un petirrojo cuando presume, y casi siempre lo hacen.

    Frances Hodgson Burnett (2003). “The Secret Garden: Centennial Edition”, p.48, Penguin