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Me senté en el banco junto a los sauces y a mi bollo de miel y leí Tritón. Hay cosas horribles en el mundo, es cierto, pero también hay libros estupendos. Cuando sea mayor, me gustaría escribir algo que alguien pudiera leer sentado en un banco un día no muy caluroso y pudiera sentarse a leerlo y olvidarse por completo de dónde estaba o qué hora era, de modo que estuviera más dentro del libro que dentro de su propia cabeza. Me gustaría escribir como Delany, Heinlein o Le Guin.