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La verdad es siempre más extraña que la ficción. Creamos ficción para que coincida con nuestra idea de cómo deberían ser las cosas, pero la verdad no se puede crear. La verdad es, y la verdad tiene una manera de asombrarnos de rodillas. Nos recuerda que el universo no existe para satisfacer nuestras expectativas. Como somos seres imperfectos que se ciegan a sí mismos ante la verdad de la asombrosa complejidad del mundo, reducimos la realidad a teorías e ideologías de papel fino que podemos comprender fácilmente, y las llamamos verdades. Pero la verdad de un mar en toda su inmensidad no puede plasmarse en un solo guijarro.