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La riqueza, hijo mío, nunca debe ser tu objetivo en la vida. Tus palabras son elocuentes, pero son meras palabras. La verdadera riqueza es del corazón, no de la bolsa.
La riqueza, hijo mío, nunca debe ser tu objetivo en la vida. Tus palabras son elocuentes, pero son meras palabras. La verdadera riqueza es del corazón, no de la bolsa.