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Cuanto más propagaban el miedo los medios de comunicación, más perdía la gente la capacidad de creer en los demás. Para cada nuevo mal que les sobrevenía, los medios creaban una explicación, y la explicación siempre tenía un rostro y un nombre. La gente llegó a temer incluso a sus vecinos más cercanos. A nivel individual, comunitario y nacional, la gente buscaba indicios de las malas intenciones de los demás, y dondequiera que miraban, los encontraban, porque eso es lo que hace el mirar.