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A veces se podía ver su duodécimo año en sus mejillas, o el noveno brillando en sus ojos; e incluso el quinto revoloteaba de vez en cuando sobre las curvas de su boca.
A veces se podía ver su duodécimo año en sus mejillas, o el noveno brillando en sus ojos; e incluso el quinto revoloteaba de vez en cuando sobre las curvas de su boca.