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  • En general, nuestros prisioneros eran capaces de amar a los animales, y si se les hubiera permitido habrían estado encantados de criar un gran número de animales domésticos y aves en la prisión. Y me pregunto qué otra actividad podría haber suavizado y refinado mejor que ésta su naturaleza dura y brutal. Pero no se permitió. Ni el reglamento ni la naturaleza de la prisión lo hacían posible.