No tengo nada que me haga desgraciada -dijo ella, tranquilizándose-; pero ¿puedes comprender que todo se me ha vuelto odioso, repugnante, grosero, y yo misma sobre todo? No puedes imaginarte qué pensamientos repugnantes tengo acerca de todo". "¿Por qué, qué pensamientos repugnantes puedes tener?" preguntó Dolly, sonriendo. "Los más repugnantes y groseros; no puedo decírtelo. No es infelicidad, ni mal humor, sino algo mucho peor. Como si todo lo bueno que había en mí se hubiera ocultado, y no quedara más que lo más repugnante.