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Nos comprometemos desde el día en que nacemos. Si buscamos el pecado original, ahí está: nuestra incapacidad de vivir honestamente con nosotros mismos porque somos humanos, porque estamos encadenados por la costumbre, por las obligaciones y aceptamos el compromiso sólo a la luz de nuestra conciencia, responsables como somos sólo ante nosotros mismos.