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Por desgracia, también es cierto que la buena gestión es un poco como el oxígeno: es invisible y no te das cuenta de su presencia hasta que desaparece, y entonces lo lamentas.
Por desgracia, también es cierto que la buena gestión es un poco como el oxígeno: es invisible y no te das cuenta de su presencia hasta que desaparece, y entonces lo lamentas.