-
El pasado -el salvaje ataque a la cabeza de sus hombres en la colina de San Juan; los primeros años de su matrimonio, cuando trabajaba hasta el atardecer del verano en la ajetreada ciudad para la joven Hildegarde, a quien amaba; los días anteriores, cuando se sentaba a fumar hasta bien entrada la noche en la vieja y sombría casa Button de la calle Monroe con su abuelo-, todo eso se había desvanecido de su mente como sueños insustanciales, como si nunca hubiera existido. No recordaba nada.