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Recoge mi mitad de las mantas a su alrededor y se acurruca contra la pared. Seguirá durmiendo durante horas, soñando paisajes infinitos y novas de colores tan hermosos como aterradores. Si me quedara, se despertaría y me los describiría. Todos los giros de la trama y las imágenes surrealistas, tan vívidas para ella y tan insignificantes para mí. Hubo un tiempo en que me encantaba escucharla, en que la conmoción de su alma me parecía agridulce y encantadora, pero ya no puedo soportarlo.