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  • Esas eran las personas que la habían convertido en algo, y sin ellas era diferente. Sin embargo, se había aferrado tenazmente a ellos y a su antiguo yo. Se aferró a él, lo celebró, incluso lo veneró, en lugar de construirse una nueva vida adulta. Durante años había estado comiendo las frías migajas que quedaban de un gran festín, viviendo de ellas como si pudieran durarle para siempre.

    Ann Brashares (2011). “Sisterhood Everlasting (Sisterhood of the Traveling Pants): A Novel”, p.119, Random House