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De los estériles tallos marrones a los brillantes brotes de las hojas; de los brotes de las hojas a la virginidad nívea de la floración... Era como una canción de flauta olvidada en otra existencia y recordada de nuevo. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? Este canto que oía no tenía nada que ver con sus oídos. La rosa del mundo exhalaba olor. La seguía en todos sus momentos de vigilia y la acariciaba en sueños.