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Rafael levantó un dedo y se lo pasó por el pómulo. Ella se estremeció. No porque la lastimara. Todo lo contrario. Los lugares que tocaba... era como si tuviera línea directa con la parte más caliente y femenina de ella. Una sola caricia y ella estaba vergonzosamente húmeda. Pero ella se negó a apartarse, se negó a ceder". (página 33 , edición Gollancz)