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En la soledad, en la enfermedad, en la confusión, el mero conocimiento de la amistad permite resistir, aunque el amigo sea impotente para ayudar. Basta con que existan. La amistad no disminuye por la distancia o el tiempo, por el encarcelamiento o la guerra, por el sufrimiento o el silencio. Es en estas cosas donde arraiga más profundamente. Es a partir de estas cosas que florece.