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Volvemos a repetirlo: la fuerza de carácter no consiste únicamente en tener sentimientos poderosos, sino en mantener el equilibrio a pesar de ellos. Incluso con la violencia de las emociones, el juicio y los principios deben seguir funcionando como la brújula de un barco, que registra las más mínimas variaciones por muy agitado que esté el mar.