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Los niños nos quedamos paralizados ante aquella luna que nuestra madre había hecho surgir de las aguas. Cuando la luna hubo alcanzado su plata más profunda, mi hermana Savannah, aunque sólo tenía tres años, gritó en voz alta a nuestra madre, a Luke y a mí, al río y a la luna: "¡Oh, mamá, hazlo otra vez!". Y tuve mi primer recuerdo.