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  • La mayoría de la gente está encadenada a su propio miedo y estupidez y no tiene el sentido común de mirar fríamente lo que está mal en sus vidas. La mayoría de la gente seguirá adelante, insatisfecha, pero sin intentar entender por qué, o cómo podrían cambiar las cosas a mejor, y morirán sin nada en sus corazones más que suciedad y sangre vieja y delgada -sangre débil, diluida- y sus recuerdos no valdrán una maldita cosa.